Hávamál

Hávamál
Los dichos de Har

 1
Por todas las puertas, antes de entrar,
métase el ojo, mírese bien;
poco se sabe cuándo enemigos
se sientan dentro.

2
"¡Salud al que invita!" Un huésped llega.
¿Dónde lo van a sentar?
Inquieto está quien suerte probando
junto al hogar espera. 

3
Necesita fuego quien llega de fuera
y frías rodillas trae;
 comida y ropa aquel necesita
que ha recorrido montañas.

 4
Necesita agua quien llega a convite,
toalla y buena acogida,
un trato amistoso, si puede logarlo,
conversa y atenta escucha.

5
Necesita cordura quien lejos viaja.
¡Fácil es todo en casa!
En ridículo queda el de poca cabeza,
si está con gente sensata.

6
Nadie presuma de buen sabedor,
más vale andarse con tiento:
prudente que calla a su casa regresa,
de males el cauto escapa.
Nunca se tiene magia más fiel
que la mucha cordura.

7
 Alerta esté quien vaya a convite,
afine el oído y calle,
con la oreja escuche, con el ojo observe.
¡En guardia el sabio se tiene!

8
Dichoso el hombre que sabe ganarse
el elogio y la estima de todos;
malo será lo que queda callado,
metido en el pecho ajeno.

9
Dichoso el hombre que en tanto vive
de estima y cordura goza;
perverso consejo se obtuvo a menudo
salido del pecho ajeno.

10
No hay carga mejor para hacer el camino
que la mucha cordura;
no hay oro mejor que se tenga entre extraños,
es ella el recurso de pobre.

11
No hay carga mejor para hacer el camino
que la mucha cordura;
no hay lastre peor para andar por el llano
que el mucho beber cerveza.

12
La tan buena cerveza no es para nadie
lo buena que dicen que es,
pues más y más a medida que bebe
el hombre el juicio pierde.

13
La garza la llaman: ella en la fiesta
el juicio a los hombres roba; 
en la hacienda de Gúnnlod preso quedé
en las plumas de aquel pajarraco.

14
Ebrio quedé y borracho mucho
allá donde Fiálar el sabio;
bien se bebió si después de la fiesta
el juicio a los hombres torna.

15
Callado y sensato el hijo de rey
y bravo en la guerra sea;
contento y gozoso esté todo hombre
hasta el día en que muera.

16
Espera el cretino vivir por siempre
si evita entrar en pendencias,
mas tregua poca le da la vejez,
si las lanzas sí se la dieran.

17
Boquiabierto el imbécil está en el banquete,
refunfuña o no dice palabra:
al momento luego, si se echa un trago,
el juicio ese hombre pierde.

18
 Aquel solamente que lejos viajó
y por muchos lugares anduvo
calarles sabe el talante a los hombres:
aguda la mente él tiene.

19 
No te pegues al cuerno, con tiento bebe,
di lo preciso o calla;
de toscas formas nadie te acusa
si temprano a dormir te marchas.

20
El glotón que el jucio no sabe usar
la salud se arruina comiendo;
de mofa sirve entre gente prudente
la panza del hombre insensato.

21
Recoger a su hora el ganado sabe
y deja entonces la hierba;
noción ninguna el necio tiene
de cuánto en su panza cabe.

22
 El hombre ruín y de mal natural
de mucho se ríe;
algo no sabe y saberlo debía:
que faltas también él tiene.

23
En vela el memo las noches pasa,
mucho cavila;
pesaroso él está a la mañana,
sus males igual que estaban.

24
Se piensa el necio tener un amigo
en todo el que ríe con él;
poco él ve que le dan mal trato
si está con gente sensata.

25
Se piensa el necio tener un amigo
en todo el que ríe con él;
he aquí lo que ve cuando pleito tiene:
pocos su parte apoyan.

26
Tiénese el necio por hombre sabido,
si está en un rincón resguardado;
después no sabe qué cosa decir
si alguno a él le pregunta.

27
El necio que llega a lugar de reunión,
mejor que se esté callado;
nadie le nota su poca cabeza
con tal que no hable de más.
No sabe tampoco el que nada sabe 
cuándo está hablando de más.

28
Por sabio se tiene al que bien pregunta
y sabe bien responder;
nunca callado los hombres dejan
cosa que pase entre gente.

29
 Quien nunca calla muchas dice
necias palabras:
la lengua ligera, si no se contiene,
a menudo su mal se canta.

30
Nunca el hombre que vaya a banquete
a nadie en ridículo ponga;
por sabio se tiene al que no sonsacan
y puede callar a piel seca.

31
Por sabio se tiene si echa a correr
huésped que de otro se mofa:
juega quizás con mal enemigo
quien hace en la fiesta burlas.

32
Son muchos los hombres de buen talante
que en pugna en la fiesta entran;
 para siempe luego queda rencor
si huésped y huésped pelean.

33
Es bueno que el hombre se tome su almuerzo, 
pero no si a banquete irá;
abúrrese allí, desganado mastica,
conversa le sale poca.

34
Por largo rodeo se va al mal amigo,
aunque esté en el camino su casa;
al amigo sincero atajos llevan,
por más que lejos se vaya.

35
Se debe marchar, nunca el huésped
pegado se quede en un sitio:
el mismo que agrada molesto se vuelve
si alarga de más la sentada.

36
Mía mi casa, aunque sea pequeña:
en ella soy yo mi señor;
si dos cabras tengo y un techo pajizo,
pues mejor que andar mendigando.

37
Mía mi casa, aunque sea pequeña:
en ella soy yo mi señor;
corazón dolorido el hombre lleva
si se ha de pedir el sustento.

38
Ni un paso jamás de sus armas se aparte
hombre que va por el llano:
nunca se sabe por esos caminos
cuándo hará falta la lanza.

39
 Generoso no vi ni tan buen anfitrión
que rehusara aceptar un regalo,
ni tan gran dadivoso que hallara molesto
tener que aceptar a cambio.

40
Que nadie se prive y esté escatimando
bienes que ahorrados tenga;
 se le guarda al querido y lo hereda el odiado.
¡Peor puede ir que se espera!

41
Con armas y paños se obsequian amigos,
cada uno por sí lo ve;
la amistad se prolonga, si bien va todo,
entre dos que se dan y toman.

42
Amigo el hombre será de su amigo,
con regalo al regalo responda;
la risa con risa se  debe acoger,
la doblez con engaño.

43
Amigo el hombre será de su amigo,
de él y de amigo que él tenga;
nunca el hombre amigo será
del amigo de algún enemigo.

44
Si tienes amigo en el cual confías
y sacarle provecho quieres,
ábrete a él, cambiaros regalos,
ve con frecuencia en su busca.

45
Si tienes a otro en quien poco confías
y sacarle provecho quieres,
finuras dile, mas tenlo por falso;
paga doblez con engaño.

46
Lo mismo con ese en quien poco confías
y no le ves bien la intención:
ríe con él, pero calla tu intento;
dale según él te dé.

47
Joven yo era, solo viajaba;
perdido quedé en los caminos;
me veía yo rico si a alguno topaba.
¡Al hombre el hombre conforta!

48
Los magnánimos son y también los bravos
quienes viven mejor y sin penas;
el hombre cobarde de todo se asusta,
al tacaño el regalo escuece.

49
Ropas mías les puse en el llano
a dos personajes de palo;
parecieron señores después de cubiertos.
¡Vergüenza es hombre desnudo!

50
Sécase el pino que está en un claro,
ni corteza ni agujas lo guardan;
igual con el hombre al que nadie estima.
¿Para qué sigue él viviendo?

51
Más viva que el fuego entre malos amigos
la paz cinco días arde;
apágase luego el sexto llegando
y toda amistad se malogra.

52
No precisa dar siempre grandes regalos,
con poco que des te elogian:
con un medio pan y un algo en la copa
me hice de un fiel camarada.

53
A orilla pequeña, pequeña la mar:
pequeño juicio el del hombre;
mal repartida está la cordura,
siempre una poca falta.

54
De sabio el hombre lo justo tenga,
nunca de sabio se pase;
de la vida más grata aquellos gozan
que saben bien lo bastante.

55
De sabio el hombre lo justo tenga,
nunca de sabio se pase;
raramente contento está el corazón
del sabio que todo lo sabe.

56
De sabio el hombre lo justo tenga,
nunca de sabio se pase;
aquel que ignora qué suerte le aguarda
gozosa la mente tiene.

57
Fuego da el fuego hasta todo quemarlo,
llama de llama prende;
por su habla los hombres al hombre conocen,
quien calla por tonto queda.

58
Levántese pronto quien piense tomar
vida o fortuna ajenas:
ni lobo acostado pata consigue
ni hombre que duerme victoria.

59
Levántese pronto el escaso de gente
y corra a atender sus faenas:
mucho retrasa quien duerme de más;
diligencia a riqueza lleva.

60
Los secos troncos calcula el hombre
y la piel de abedul para el techo,
y también la leña que gasta en tres meses
y en un medio año.

61
 Lavado y comido se irá a la asamblea,
aunque no bien vestido se vaya;
ni calzado o calzón a nadie avergüencen
ni tampoco el caballo, aunque bueno no sea.

62
Estira el pescuezo a la orilla del mar
y en las olas el águila busca;
así con aquel que entre muchos se ve,
mas con pocos que estén de su parte.

63
Preguntas haga y respuestas dé
quien quiera o tengan por sabio;
lo sabido por uno no sepan dos;
si tres, se sabrá por todos.

64
Con tacto siempre el hombre avisado
se debe valer de su fuerza:
pronto descubre quien da con valientes
que nadie les puede a todos.

65
Palabras que a otro el hombre diga
casi siempre las paga luego.

66
En muchos lugares pronto era aún,
ya tarde llegaba en otros:
que cerveza no quede o que esté por hacer
jamás el molesto acierta.

67
Llamaríanme a mí para todo banquete
si no precisara comer
o si dos le colgasen al buen amigo
por la pata que yo le como.

68
Cosa no hay mejor que el fuego
y la vista del sol
si de buena salud el hombre goza
y vida sin tacha lleva.

69
Con algo se cuenta, aunque falte salud:
confortan a uno sus hijos,
sus parientes a éste, sus riquezas a aquél,
a otros sus obras bien hechas.

70
 Mejor es vivir que ya no vivir:
la vaca el vivo la tiene;
buen fuego yo vi en la casa del rico
y a él a la puerta muerto.

71
El cojo cabalga, el manco a pastor,
el sordo en la lucha sirve;
mejor estar ciego que estar quemado.
¡A nadie aprovecha un muerto!

72
Es útil un hijo, aunque tarde nazca
y luego que el padre murió:
tan sólo el pariente en honor del pariente
piedra en la senda erige.

73
Con uno dos pueden; por lengua cabeza cae;
de mano me cuido que tapa el manto.

74
Agradece la noche el de buen zurrón;
al remo, apretados los puestos;
en otoño, noche insegura;
ya en cinco días el tiempo cambia,
pero más en un mes.

75
No sabe tampoco el que nada sabe
que a muchos fortuna obceca;
si rico es un hombre, pobre es el otro,
no debe culpársele a él.

76
Mueren riquezas, mueren parientes,
también uno mismo muere;
la gloria tan sólo no muere jamás,
la de aquel que ganársela logra.

77
Mueren riquezas, mueren parientes,
también uno mismo muere;
tan sólo una cosa sé que no muere:
la fama que deja un muerto.

78
Yo vi lleno el redil de los hijos de Fítiung,
ya van con bastón de mendigo:
como un parpadeo fortuna se va,
la menos constante amiga.

79
Si ocurre que el necio fortuna alcanza
o logra favor de mujer,
la arrogancia le crece, que no el buen seso;
de gran presunción se llena.

80
Está comprobado: si runas consultas,
aquellas de origen divino,
las que altos poderes hicieron
y el tulr supremo tiñó,
mucho se gana callando.

81
El día a la noche se alabe; la mujer, quemada;
la espada, probada; la moza, casada;
el hielo, cruzado; la cerveza, bebida.

82
Con viento el árbol se tale;
en bonanza se salga a pescar;
con moza en los oscuro se diga:
son muchos los ojos del día;
navegar debe el barco, guardar el escudo,
herir la espada y besar la muchacha.

83
Beber, junto al fuego; patinar, por el hielo;
flaco se compra el rocín,
con herrumbre la espada;
en casa al caballo se engorda y suelto al perro.

***

84
Que nadie confíe en palabras de moza
ni en nada que diga mujer:
corazón se les dio -¡son ellas volubles!-
moldeado en la rápida rueda.

85
De arco quebrado, de llama que arrecia,
de lobo que aúlla o corneja que grazna
de cerdo que gruñe, de árbol sin base,
de ola que crece, de olla que bulle,

86
de flecha que vuela, de tromba que viene,
de hielo de un día, de bicha enroscada,
de tratos en cama o de espada rajada,
del juego del oso o de hijo de rey,

87
de ternero doliente, de esclavo dispuesto,
de parla de bruja, de muerto reciente,

88
de aquel, si lo ves, que a tu hermano mató,
de mansión mal quemada, de rápida jaca
-no sirve el corcel si se rompe una pata-,
de nada de esto seguro te fíes.

89
Ni seguro es un campo que pronto se siembra
ni tampoco al principio un hijo:
al campo el tiempo y al hijo el seso,
dos cosas inciertas, rigen.

90
Igual el amor de mujer engañosa
que llevar sin ramplones un potro por hielo,
trotón, de dos años y mal enseñado,
o cruzar sin timón tempestad de la mar
o ir cojo tras reno por cuesta en deshielo.

91
 Mas digo verdad, pues a ambos conozco:
le finge a la hembra el hombre;
mientras más engañosos, más linda la parla
que a la niña prudente enreda.

92
Lindezas le diga y le lleve regalos
quien quiera de moza amores;
alábele el cuerpo a la hermosa muchacha;
cortejando se logra.

93
Nadie a un hombre jamás le censure
amor que él tenga;
se arroba el sensato con linda cara
que frío al cretino deja.

94
Nadie en un hombre censure nunca
cosa que a tantos pasa:
cretiva vuelve a la gente sensata
la loca pasión amorosa.

95
Sólo la mente en el pecho ve,
su cuita ella sola lleva;
no hay para el sabio dolencia peor 
que perder el gusto por todo.

96
Claro lo vi cuando allá entre los juncos
goces de amor me esperaba;
corazón y carne yo puse en la moza;
no fue sin embargo mía.

97
A la hija de Bílling dormida hallé
-como el sol relucía- en su lecho;
la suerte de un jarl hubiera yo dado
por gozar de aquel cuerpo.

98
"Pero luego a la noche, Odín, volverás,
si tratarme de amores quieres;
que de esta torpeza nadie se entere
sino sólo nosotros solos."

99
Del cierto placer me abstuve entonces
pensando que ella me amaba;
seguro creía que después gozaría
de todo su amor y favores.

100
Cuando luego volví, feroces guerreros
alerta guardia montaban
con fuego de teas y antorchas en alto.
¡Mal paso allí se me abría!

101
Ya cerca del alba de nuevo volví:
ahora los hombres dormían;
amarrada en la cama la perra estaba
de la hermosa mujer.

102
Son muchas las niñas, si bien se mira,
con los hombres falsas;
claro lo vi cuando quise que gusto
la astuta mozuela me diese:
por toda vergüenza me hizo pasar
y no logré yo rozarla.

***

103
Alegre en su casa, festivo con huésped
y cauto ha de ser el hombre;
memorioso y locuaz, si quiere ser sabio;
lo bueno a menudo cuente.
Por imbécil se tiene al que apenas habla,
es ese el modo del necio.


104
Visité al viejo ogro; heme aquí vivo;
diome allí poco el callar:
parla abundante servicio me hizo
en a sala de Súttung.


105
Con la boca de Rati camino me abrí
con ella la roca royendo:
por alto y por bajo -arriesgué la cabeza-
pasábanme sendas de ogros.

106
 Gúnnlod me dio en su trono de oro
del excelso hidromiel;
mal yo a ella después le pagué
su buena intención, 
su sentir sincero.

107
De la bien conseguida bien me serví
-¡poco le falla al sabio!-
y Odrórir ahora en lo alto está,
en el templo del dios de los hombres.

108
Todavía quizás pudiera yo verme
allá en el reducto del ogro
de no haberme servido de Gúnnlod hermosa,
que encima el brazo me echó.

109
Allá a la mañana los ogros fueron
y en la sala de Har por Har preguntaron:
que si vivo volvió con los dioses Bólverk
o si Súttung lo había matado.

110
Se tenía de Odín juramento en la anilla.
¡Quién le creerá ya nada!
Traicionado a Súttung dejó a su partida
y a Gúnnlod llorando.

***

111
Palabras ahora en el podio del tulr,
a la vera del pozo de Urd;
yo vi y callé, yo vi y medité,
al habla atendí de los dioses;
de las runas oí, su poder escuché
por la sala de Har,
en la sala de Har.
Esto escuché que decían:

112
Te damos, Loddfáfnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
de noche no salgas si no es a espiar
o vas a excusado sitio.

113
Te damos Loddfáfnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
con bruja abrazado jamás te acuestes
ni que ella te trabe los miembros.

114
Ella te hará que no tengas en  nada
asamblea o palabra de rey,
que ni quieras comida ni trato con nadie
y todo angustiado te acuestes.

115
Te damos, Loddfáfnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
de hembra casada nunca pretendas
sacarte amores.

116
Te damos, Loddfáfnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
si has de viajar por montaña o por fiordo
date una buena comida.

117
Te damos, Loddfáfnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
Nunca le cuentes al hombre malo
desgracia que tengas;
los hombres malos jamás corresponden
a la buena intención.

118
A uno yo vi al que mal mordían 
palabras de mujer:
la falsa lengua cobróse su vida,
un hombre en verdad sin culpa.

119
Te damos Loddfáfnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
si tienes amigo en el cual confías,
vete a menudo en su busca;
de zarzas se cubre y de altas hierbas
camino que nadie frecuenta.

120
Te damos, Loddfáfnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
procura ganarte al hombre bueno;
conjuros aprende siempre.

121
Te damos, Loddfáfnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
no seas tú nunca el primero en romper
con un camarada;
si no tienes a alguno al que todo cuentes
tendrás angustiado el pecho.

122
Te damos, Loddfáfnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
No tengas jamás discusión ninguna
 con mico ignorante.

123
Pues el hombre malo jamás corresponde
al bien que le haces;
el hombre bueno será quien te logre
renombre y fama.

124
Por igual que un hermano tiénese a aquel
al que todo se cuenta;
nada hay peor que el poco sincero,
no es bueno el amigo que a todo asiente.

125
Te damos, Loddfáfnir, buen consejo
que te ha de servir 
y que debes saberlo:
a un hombre peor, ni tres feas palabras;
a menudo el mejor concede
cuando busca el peor pelea.

126
Te damos, Loddfáfnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
harás un zapato o harás una lanza
sólo si son para tí;
mal hecho el zapato o la lanza torcida
y tu mal te desean.

127
Te damos, Loddfáfnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
donde hallares maldad con maldad corresponde.
¡Qué paz tu enemigo no tenga!

128
Te damos, Loddfáfnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
nunca un mal contento te dé,
lo bueno alergrarte debe.

129
Te damos, Loddfáfnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
para arriba no mires si estás peleando
-¡iguales que locos los hombres quedan!-,
no vaya a agarrarte hechizo.

130
Te damos, Loddfáfnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
si quieres ganarte a la hermosa muchacha
y que ella gusto te dé,
prométele y dile y cúmplele siempre:
a nadie buen trato hastía.

131
 Te damos, Loddfáfnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
Sé cauto, te digo -mas tampoco te pases-,
sobre todo bebiendo o con hembra casada,
lo tercero, también, no te engañen ladrones.

132
 Te damos, Loddfáfnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
nunca de un huésped te rías o burles
ni de un caminante.

133
Se pregunta a menudo la gente en la sala
qué hombres será los llegados:
nadie hay tan bueno que falla no tenga
ni tan malo que nunca sirva.

134
Te damos, Loddfáfnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
Del tulr venerable jamás te rías:
es bueno a menudo lo dicho por viejo;
a menudo bien habla el talego curtido,
el que cuelga entre cueros
y entre pieles se mece
y entre tripas se orea.

135
Te damos, Loddfáfnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
no le grites al huésped ni lo eches afuera,
dale buen trato al pobre.

136
Pesada la tranca que se ha de alzar
para abrirles a todos;
si anillo no das, un mal te desean,
dolor que tus miembros cojan.

137
Te damos, Loddfáfnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
cuando mucho bebieres, recurre al poder de la tierra
(de cerveza la tierra libra, como el fuego de pestes,
de pujo el roble, de embrujo la espiga,
de sofoco el saúco, -contra hechizos se pide a la Luna-,
de picada el brezo, de desgracia las runas),
del vómito libra el suelo.

***

138
Sé que pendí nueve noches enteras
del árbol que mece el viento;
herido de lanza y a Odín ofrecido
-yo mismo ofrecido a mi mismo-
del árbol colgué del que nadie sabe 
de cuáles raíces arranca.

139
Ni pan me tendieron ni copa alguna;
fijo en lo hondo miré;
la runas alcé, las gané entre gritos;
caí a la tierra de nuevo.

140
Nueve conjuros del hijo de Bóltorn, 
del padre de Bestla, aprendí,
y también he bebido el excelso hidromiel,
el que estaba en Odrórir.

141
Todo saber yo entonces logré,
de poder me llené y de gozo:
de palabra a palabra la palabra me fue,
de acción en acción la acción me llevó

142
Averigua las runas y aprende los signos,
las runas de mucha fuerza,
las runas del mucho poder,
que el tulr supremo tiñó
y los altos poderes hicieron
y el señor de los dioses grabó.

143
A los ases Odín, a los elfos Dain,
a los enanos grabóselas Dvalin,
a los gigantes Ásvid;
yo mismo algunas grabé.

144
¿Las sabes tú grabar? ¿Las sabes tú entender?
¿Las sabes tú teñir? ¿Las sabes tú probar?
¿Les sabes tu pedir? ¿Les sabes tú ofrendar?
¿Les sabes tú ofrecer? ¿Les sabes tú inmolar?

145
Mejor no pedir que por todo ofrendar;
su pago la ofrenda busca;
mejor no ofrecer que siempre inmolando.
Así grabó Tund antes que gentes hubiese;
allá revivió cuando vino de nuevo.

***

146
 Los conjuros sé yo que ni esposa de rey
ni hombre ninguno sabe:
"auxilio" se llama el que auxilio te da
en pleitos y penas y en malas dolencias.

147
El segundo sé, remedio de aquellos
que quieren ser curanderos.

148
El tercero sé, si mucho preciso
dejarme a alguno trabado:
sus filos le emboto a aquel mi enemigo
y ni armas ni mañas le valen.

149
El cuarto sé, si preso me ponen
y atados los miembros tengo:
yo canto el conjuro y me puedo escapar;
libres los pies se me quedan,
sueltos los brazos.

150
El quinto sé, si lanza yo veo
que busca traidora a mi gente:
por recia que vuele parada la dejo,
si mi vista la ve.

151
El sexto sé, si en raíz me laceran
del árbol con savia tomada:
el hechizo que a mí aquel hombre me canta
él se lo sufre y no yo.

152
El séptimo sé, si entre altas llamas
veo en la sala a mi gente:
por mucho que arda salvarlos puedo,
tal el conjuro que canto.

153
 El octavo sé, ese que siempre 
útil será que se aprenda:
odio que surja entre hijos de jefe,
yo pronto cortarlo puedo.

154
El noveno sé, si mi barco peligra
y lo he de salvar en la mar:
yo el viento detengo que azota las olas
y toda la mar sosiego.

155
El décimo sé, si brujas veo
que arriba están por los aires:
de manera yo hago que locas huyen
y no dan con sus cuerpos
y no dan con sus mentes.

156
El undécimo sé, si a la guerra llevo
a mi tropa de viejos amigos:
tras mi escudo les canto y ellos con fuerza
bien en la lucha entran,
bien de la lucha salen,
bien me regresan de ella.

157
El duodécimo sé, si veo al ahorcado
que arriba en el árbol se mece:
de manera yo grabo y las runas tiño
que el muerto se anima
y me tiene que hablar.

158
El decimotercero sé, si al nuevo guerrero
echarle las aguas debo:
no caerá él si a la guerra fuere,
lo respetan a él las espadas.

159
El decimocuarto sé, si y entre los hombres
decir de los dioses debo:
de los ases y elfos yo doy toda cuenta.
¡No hace otro tanto el necio!

160
El decimoquinto sé, que el enano Tiodrórir
a las puertas de Délling cantó:
con la fuerza a los ases, con gloria a los elfos,
lo cantó a Hroptatyr con la ciencia.

161
El decimosexto sé, si cauta mozuela
quiero que gusto me dé:
su mente y su amor para mí se los vuelvo
a la niña de blancos brazos.

162
El decimoséptimo sé, la niña mocita
que no se me vaya.
Nunca, Loddfáfnir, tuyos serán
estos conjuros,
aunque has de saberlos,
debes ganarlos,
te urge obtenerlos.

163
El decimooctavo sé, aquel que jamás
a doncella diré ni a casada
-es siempre mejor que sepa uno solo,
y aquí los conjuros acaban-,
sino a aquella tan sólo que me eche el brazo
y también a mi hermana.

***

164
Ya ahora en la sala de Har
los dichos de Har se cantaron
para todo provecho del hombre,
para poco provecho del ogro.
¡Salud al que dijo! ¡Salud al que supo!
¡Quien algo aprendió, que lo goce!
¡Salud a los que esto oyeron!

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